Bitácora de Gerardo García-Trío (Correo)

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    ¿Eres un escéptico recalcitrante?, ¿un cientificista convencido?, ¿estás cansado de responder al enésimo tópico sobre conspiraciones de la CIA o científicos fascistas de cráneo hermético?

          Si te invade la sensación de deja vu cada vez que te enfrentas a los mismos argumentos, si te parece revivir el día de la marmota cuando te enfrentas a falacias tan repetitivas que se podrían responder con una plantilla prefabricada, quizá te sean útiles mis respuestas a estas FAF (Frequently Argumented Falacies).



    CUATRO TÓPICOS PSEUDOCIENTÍFICOS SOBRE LA CIENCIA



    Una característica de la pseudociencia es su ambigüedad con respecto a la verdadera ciencia: por un lado, la imita tomando prestado su prestigio, por otro, la ataca recurriendo siempre a los mismos tópicos cuando ésta señala sus disparates. La ciencia resulta infalible o mentirosa según la conveniencia de los pseudocientíficos. En mis conversaciones y lecturas me he encontrado cientos de veces con estos argumentos falaces en contra de la ciencia. Como un ejercicio de gimnasia mental y creyendo que el resultado sería interesante, me he dedicado a reunirlos y refutarlos. Probablemente, reconocerás más de uno.

    ARGUMENTO 1º: Antiguas teorías científicas que eran aceptadas resultaron estar equivocadas y fueron negadas por los nuevos descubrimientos: se creía que la Tierra era plana y resultó ser redonda; se creía que la Tierra era el centro de nuestro sistema planetario y resultó serlo el Sol; la física de Newton fue superada por Einstein. Asimismo, teorías que al surgir fueron rechazadas, igual que ahora lo es la llamada pseudociencia, acabaron reconociéndose: Galileo, Servet, Darwin, Mendeleiev… Todo esto implica que el actual conocimiento científico puede ser totalmente erróneo y necesitar un cambio de paradigma.

    RESPUESTA: En primer lugar, cuando he oído o leído tales argumentos, a veces, los ejemplos no eran válidos por haberse extraído de una época en la que no podemos hablar de ciencia moderna. La ciencia basada en un estudio matemático y empírico de la naturaleza empieza a nacer realmente sobre el siglo XVII con la innovación de Galileo de introducir los experimentos planificados en el método inductivo deductivo. No estaremos siendo exactos ni justos si para atacar a la ciencia moderna o experimental empleamos un argumento como el de la Tierra plana, ya que no pertenece realmente a su historia sino a la más general de la ciencia humana, que abarca los intentos de muchas culturas -incluso las prehistóricas- por conseguir un sistema de conocimiento.

          Pero centrémonos ya sólo en la ciencia moderna: afirmar que las nuevas teorías invalidan a las antiguas puede ser también impreciso. Es evidente que la ciencia avanza y que el saber humano se amplía constantemente; pero cuando surge una revolución en la ciencia no es que se haga exactamente borrón y cuenta nueva; el proceso es más bien una integración de lo viejo en lo nuevo, una absorción o un perfeccionamiento: las viejas teorías pueden ser integradas en las nuevas como casos límite (situaciones especiales en las que la obsoleta ley mantiene su utilidad) o tener partes que no quedan totalmente desfasadas. Cuando el modelo planetario geocéntrico fue sustituido por el heliocentrismo, el sistema de órbitas alrededor de un cuerpo central, que había sido un gran avance en la comprensión del funcionamiento celeste, permaneció vigente en la nueva explicación. Del mismo modo, no podemos afirmar que la revolución de Einstein en la física haya invalidado a Newton: la teoría de la relatividad nos descubre un nuevo comportamiento del universo a velocidades cercanas a la de la luz, así como los efectos en el espacio-tiempo de los campos gravitatorios intensos; pero en realidad sus implicaciones son despreciables en nuestra experiencia cercana, por lo que seguimos usando la física de Newton, a pesar de su antigüedad, en la vida cotidiana.

          Esta evolución continua de la ciencia es totalmente normal y recomendable, y no supone un defecto, sino el progreso, como podemos comprobar si recordamos las unificaciones que se dieron en la historia de la física: Newton, con su teoría de la gravitación universal, identificó como una misma fuerza la que atraía los objetos hacia la Tierra y la que gobernaba los astros del firmamento; también se creía que electricidad y magnetismo eran dos fenómenos sin relación, pero se descubrió que eran dos caras de la misma moneda: el electromagnetismo. Muchos científicos piensan que la física tiende a la unificación: la explicación, mediante una gran Teoría del Todo, de las cuatro fuerzas fundamentales que requieren ahora teorías independientes: la gravitación, el electromagnetismo y las interacciones nucleares débil y fuerte. La mejor candidata a Teoría del Todo por ahora (si no se ha quedado ya obsoleta) es la teoría de supercuerdas.

          En cuanto al pretencioso argumento de los pseudocientíficos de equiparar sus divagaciones a teorías geniales que no fueron aceptadas inicialmente, como las de Darwin o Mendeleiev (a los pobres y mal traídos Galileo y Servet los dejaremos fuera, ya que los ataques conservadores los recibieron de la Iglesia y no de los científicos), no olvidemos que estas ideas se referían, aunque de forma revolucionaria, a realidades palpables: el movimiento planetario, la circulación sanguínea, la evolución de las especies, el comportamiento químico de los elementos… y no, como la pseudociencia, a sucesos “escurridizos” imposibles de comprobar: el espíritu, los poderes mentales, las energías vitales o las visitas extraterrestres. Además, no sólo estos científicos innovadores vieron reconocidas sus teorías en poco tiempo (normalmente en vida) frente al más de un siglo que llevan dejándose oír casi todas las leyendas pseudocientíficas, sino que la mayoría de las hipótesis que sufren un rechazo unánime de los estudiosos se quedan en el camino como intentos fallidos, creencias injustificadas o incluso fraudes, lo que es probablemente el futuro de la pseudociencia.

          La ciencia intenta explicar la realidad y ésta es siempre la que tiene la última palabra, es un conocimiento cada vez más detallado y profundo de la realidad lo que desemboca en un adelanto o en un cambio de paradigma. No podemos decir que nuestro saber actual sea erróneo porque tengamos la certeza de que algún día será mayor; es una equivocación justificarse así para reclamar cambios en las teorías sin sustentarlos con evidencias o creer en sucesos maravillosos que la realidad desmiente, confiando en que la ciencia pueda hallarlos en un futuro.

    ARGUMENTO 2º: La ciencia no es más que otro tipo de creencia. Todas las personas necesitan sentirse seguras tras una explicación para la vida y el universo. Los que escogen creer en la explicación científica están escogiendo en realidad otra forma más de religión: la fe ciega en la ciencia y sus dogmas llamados leyes.

    RESPUESTA: Efectivamente, todas las personas nos preguntamos, con mayor o menor interés y preocupación por el tema, sobre el origen de la vida y del cosmos. Es un anhelo del ser humano el responderse a esos interrogantes, y seguramente sea esa curiosidad la que condujo tanto al nacimiento de la religión como al de la ciencia; sin embargo, el hecho de que ciencia y religión puedan tener en común el que las personas recurran a ambas para explicarse la existencia no excluye que tengan también diferencias que las hacen irreconciliables en muchos aspectos. La religión y la ciencia no pueden igualarse como formas de conocimiento.

          Una religión es una creencia, una actitud subjetiva que consiste en seguir un determinado enunciado o enunciados, por ejemplo: “Dios existe”. No hay indicios que lleven a tal conclusión y creer en el enunciado es independiente de que el mismo sea verdadero. Un creyente puede buscar miles de razones lógicas que justifiquen y defiendan su creencia; pero nunca podrá demostrarla. La ciencia, sin embargo, contiene enunciados que pueden demostrarse. “El agua hierve a 100 grados centígrados” es un enunciado verdadero, es decir, podemos comprobarlo fácilmente con un termómetro y un puchero. Un enunciado científico, puesto que puede demostrarse, no es una creencia, es saber. Ésta es la diferencia entre creer y saber.

          La fe religiosa consiste en creer también en la verdad de ciertos enunciados, los dogmas religiosos, sin pruebas suficientes de que sean ciertos. La fe se tiene por veneración o sumisión a alguien que se considera autoridad, o por sentimiento, por intuición… por razones que son subjetivas y no son válidas para el conocimiento verdadero. Se puede decir que aceptar como ciertas las materias científicas es también una cuestión de fe; pero entonces incurrimos en una falacia ya que estaremos usando otro significado de la palabra “fe”, cuando significa “confianza” y no “conjunto de creencias de una religión”. No podemos considerar que la confianza en la verdad de las enseñanzas científicas sea igual a la fe religiosa. Es evidente que el estudiante científico o el aficionado no van a comprobar uno a uno todos los experimentos de la historia de la ciencia a medida que van aprendiendo (¡Nunca acabarían de estudiar!), sólo reproducirán algunos por su interés y accesibilidad y tendrán que confiar en la verdad de los que no pueden comprobar personalmente; pero la ciencia sí se comprueba a sí misma continuamente: con todos los experimentos pasados que se repiten en investigaciones actuales para ser validados antes de emprender los nuevos; con los que se reproducen para fines académicos y didácticos en todo el mundo en universidades, colegios y museos; con los experimentos avanzados que superan a otros anteriores y que implican con su éxito la corrección de los pasados; con las aplicaciones diarias de hallazgos científicos en nuestra tecnología que son testimonio de su validez, podemos incluso afirmar que sí se comprueban en el presente todos los experimentos de la historia de la ciencia. Su mismo funcionamiento la corrobora.

          ¿Cuál es entonces la diferencia con una fe religiosa? Las leyes de la ciencia están sustentadas en demostraciones que en su día fueron examinadas por toda la comunidad científica y que podemos repetir para verificarlas, aunque no nos molestemos en hacerlo por confianza en los científicos y su método; los dogmas religiosos, en cambio, como doctrinas atribuidas a un dios y reveladas a los hombres, no son comprobables aunque lo intentemos. La cualidad de comprobable se denomina falsabilidad y es una característica que identifica a las leyes, teorías e hipótesis científicas: un enunciado es falsable si puede ser refutado por la experiencia, es decir, por la realidad. Los enunciados no falsables no son científicos. “El agua hierve a 100 grados centígrados” es un enunciado falsable (sólo hay que acudir a la inapelable realidad del puchero), “Dios existe” es un enunciado no falsable. La ciencia se puede probar, la religión y las creencias no.

    ARGUMENTO 3º: La ciencia niega lo que no puede explicar. No se ha demostrado que no existan los fenómenos paranormales y misteriosos; pero, aún así, los dogmáticos y conservadores científicos los rechazan debido a que podrían desestabilizar su cómodo mundo basado en leyes científicas.

    RESPUESTA: Muchas veces se exige a los científicos que demuestren la falsedad de la pseudociencia o los fenómenos paranormales, se hace recaer sobre la ciencia la responsabilidad de desmentir los poderes psíquicos del ser humano, la efectividad de la astrología y otras mancias, las manifestaciones fantasmales, las visitas a la Tierra de extraterrestres, la existencia de animales fantásticos, etc. Sin embargo, esto es una interpretación equivocada de la forma en que trabajan los científicos, su tarea no consiste en negar algo, sino en estudiar fenómenos existentes y que se puedan analizar.

          La situación que se nos presenta con los supuestos fenómenos paranormales y demás es que nunca ha aparecido una verdadera prueba de su existencia: nadie ha conseguido demostrar que tiene poderes psíquicos; astrología, videntes y mediums fracasan continuamente al intentar adivinar el futuro; no tenemos evidencias de la presencia de fantasmas; nunca se ha encontrado un material extraterrestre ni un animal fantástico o parte de él… Los que defienden la veracidad de estos y otros presuntos misterios no aportan ninguna demostración creíble de los mismos; acerca de este tipo de asuntos sólo tenemos en realidad testimonios personales, historias y silogismos que no tienen más validez científica como pruebas que los cuentos infantiles.

          Nos encontramos frente a una falacia que pretende dar la vuelta al problema y pasárselo a la ciencia. No es la tarea pendiente demostrar que tales fenómenos no existen, sino todo lo contrario: hay que demostrar que existen. Y a pesar de toda la palabrería pseudocientífica sobre el tema, nadie ha aportado ni una prueba sólida. Siempre que hubo suficientes datos analizables y se pudo estudiar científicamente alguno de estos aparentes enigmas, acabó apareciendo una explicación normal, un error o, lo que es peor, un fraude. De hecho, demostrar que algo no existe es una imposibilidad lógica: no hay manera (por poner un ejemplo que señala la irracionalidad de este argumento) de negar que Papá Noel existe; aunque conozcamos miles de casos en los que han cogido in fraganti a los padres, siempre quedará un pequeño porcentaje sin datos suficientes para explicarlo. ¿Resulta inteligente atribuirlo a Papá Noel? Lo más parecido que se puede hacer a negar los supuestos paranormales es mostrar que pueden tener una explicación prosaica, reproduciéndolos con trucos que den igual resultado o comparándolos con hechos conocidos, y señalar además que no encajan con teorías que sí se han comprobado experimentalmente; hacer hincapié en que creer en sucesos tan extraordinarios es menos razonable que relegarlos al folclore moderno y la leyenda.

          Si los científicos suelen ignorar estos temas no es por dogmatismo o conservadurismo, es porque han perdido el interés por ellos. Si apareciese alguien con pruebas irrefutables sin duda recibiría la atención debida; la historia de la ciencia nos muestra cómo esto sucede continuamente: en la primera mitad del siglo XX, Alfred Wegener presentó al mundo su teoría de la deriva continental, que postulaba unos continentes móviles que habían estado unidos en un pasado lejano formando uno sólo que llamó Pangea. Intentaba explicar el que las costas europeas y africanas del oeste encajasen con tanta exactitud con las americanas del este, así como que esas zonas, mediando un océano y miles de kilómetros entre ellas, tuviesen rocas con idénticos rasgos geológicos o fósiles de las mismas especies animales y vegetales. Los geólogos, instalados en la idea de una Tierra estática, no aceptaron la proposición. Sin embargo, en los años 60 de ese siglo, se sumaron a las observaciones de Wegener mediciones paleomagnéticas y análisis del suelo marino que apuntaban claramente a un desplazamiento continental. Ante el cúmulo de evidencias, la comunidad científica aceptó que se hallaba ante un cambio de paradigma en la forma de estudiar y entender el planeta Tierra. Nacía la tectónica de placas, que explica, entre otras muchas cosas, la deriva continental que supo ver Wegener. Los científicos son reacios a abandonar una teoría que funciona, pero cambian gustosamente su forma de pensar si los datos lo exigen.

          ¿La ciencia niega lo que no puede explicar? Si lo inexplicable es medible, es objeto de estudio. Por supuesto que todavía existen cosas que la ciencia no abarca, fenómenos naturales de los que no se tiene una comprensión completa; pero afirmar que la ciencia los rechaza es revelar una gran ignorancia de su funcionamiento o muy mala intención. Tomemos un ejemplo: uno de los misterios actuales de la ciencia es lo que se ha llamado “materia oscura” en las galaxias; varias consideraciones teóricas sugieren su existencia y, excepto por los efectos gravitatorios que provoca en sus alrededores (otros cuerpos celestes se han encontrado de esta manera indirecta), su presencia es indetectable: se comporta como la materia, pero no consigue medirse de forma directa, parece no estar. Los científicos no encuentran una manera satisfactoria de explicar estas observaciones; pero desde luego no las niegan. Precisamente es en los campos sin resolver donde se centran con más entusiasmo los investigadores.

          Como establece el principio epistemológico de economía del pensamiento (más conocido como “Navaja de Occam”), para explicar un fenómeno, la hipótesis más sencilla es siempre la mejor y no debemos acudir sin necesidad a soluciones especulativas. Es preferible vivir aceptando nuestras lagunas de conocimiento que rellenarlas inventando, en ausencia de pruebas, explicaciones milagrosas, pseudocientíficas o paranormales.

    ARGUMENTO 4º: Los científicos forman un grupo de poder paralelo al político y económico o a su servicio al depender de financiación. Esto ha corrompido sus antiguos nobles principios, degenerando en una ciencia oficial que ya no busca la verdad sino que defiende intereses gubernamentales frenando lo que no les conviene.

    RESPUESTA: Diferenciemos antes de nada ciencia de tecnología: llamamos ciencia al conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que deducimos principios y leyes generales; por tecnología entendemos a las teorías y técnicas que permiten la aplicación práctica de la ciencia. Es la investigación tecnológica -en la que, aunque es más propia de ingenieros, también intervienen científicos- la más condicionada por factores externos a ella: exigencia de resultados a corto plazo, posibilidad de aplicaciones bélicas, rentabilidad económica… La investigación científica, en cambio, no sólo es independiente y libre en universidades, institutos y fundaciones, sino que, aunque pueda estar influenciada en ocasiones (precisamente por eso) dispone de un método que la regula: el método científico evita faltar a la verdad, el objetivo final de la ciencia.

          Pero, ¿en qué consiste el método científico? Imaginemos primero que hemos observado algo y nos preguntamos por qué sucede de esa forma (por ejemplo, reparamos en que algunas aves de corral se espantan y ocultan en el follaje ante la visión, por primera vez en su vida, de la silueta en el cielo de un ave rapaz). Lo siguiente que hacemos es descartar los factores no relacionados con el problema (no nos interesamos por la edad, el sexo o el largo de la cresta de las gallinas ya que vemos que esto no influye en ese comportamiento). Entonces reunimos para su análisis todos los datos que seamos capaces de obtener, lo que podemos hacer por observación directa de la naturaleza o provocando artificialmente situaciones específicas que aporten información sobre el caso: los experimentos (podemos criar pollitos para controlar su aprendizaje y construir una réplica mecánica de la forma de una rapaz para simular la situación y así no tener que esperar hasta que se produzca un ataque real fortuito). Tras haber reunido los datos, pasamos a intentar explicarlos, de la manera más sencilla posible, con un enunciado o matemáticamente: una hipótesis (“las gallináceas domésticas poseen conductas que no necesitan aprender”). Esa hipótesis tendrá unas consecuencias lógicas que implicarán sucesos y experimentos que no nos habíamos planteado antes (“todos los animales, incluido el hombre, poseen conductas innatas hereditarias”); debemos entonces realizar nuevas observaciones para ver si las predicciones de la hipótesis se cumplen o intentar desmentir nuestras conclusiones para comprobarlas (podemos objetar que se puede deber a un aprendizaje, y observar bebés sordo-ciegos para averiguar si poseen comportamientos que sea imposible que les hayan enseñado). Finalmente, si las predicciones se han cumplido y las refutaciones han fallado, la hipótesis sale reforzada, y puede convertirse incluso en una teoría o una ley (“Parte del comportamiento animal y humano está determinado genéticamente y es modificado por la selección natural”).

          Cada uno de los pasos que acabamos de dar en el párrafo anterior sería un punto ideal del método científico. En realidad no es más que el sentido común transformado en unas reglas de investigación, una forma de evitar cometer manipulaciones y errores o que las ideas preconcebidas nos hagan caer en el autoengaño.

          Las pseudociencias son llamadas así debido a que, aunque tienen una apariencia científica en la presentación, no cumplen las normas anteriores, por lo que no pueden ser consideradas ciencia. Un caso actual de este problema es la continua reclamación del mismo estatus que disfruta la medicina oficial o científica para las pseudomedicinas, incluso se exige que compartan financiación estatal. Cuando se analizan científicamente falsas terapias como la homeopatía, la acupuntura, la reflexología, aromaterapia, etc. no demuestran dar más resultado que el efecto placebo (que consiste, como todos sabemos, en la ilusión de mejoría del paciente que no es tratado en realidad, aunque se le haga creer que sí) por lo que no es posible, o no debería serlo, igualarlas a la medicina científica. En realidad, ni siquiera existe un trato discriminatorio hacia las terapias “alternativas” o “complementarias” ya que, cuando la medicina científica presenta un nuevo tratamiento o fármaco, se la somete a controles muy rigurosos, los mismos que se le exigen a las pseudomedicinas y que, simplemente, no pasan. El trato es igualitario, pero los resultados no son iguales.

          No existen conspiraciones del mundillo científico y los servicios secretos para que el “misterio” permanezca oculto, ni oscuras manipulaciones de los estados y la industria farmacéutica para impedir el desarrollo de las medicinas “alternativas”. Lo que ocurre es que estas disciplinas no cumplen las rigurosas normas que sí cumple la ciencia. Estos ingenuos -muchas veces ridículos- argumentos sobre conspiraciones suelen ser lanzados sin pruebas por los defensores de la pseudociencia como distracción o pobre excusa ante su incapacidad para demostrar sus teorías.



    *



    La considerable difusión de estos cuatro tópicos, tan negativos, señala hacia una realidad frustrante: la resistente desconfianza por parte importante de la población hacia la ciencia. Este recelo de la investigación científica es algo habitual en la cultura popular y tradicional: sus logros se ven demasiado a menudo como dañinas creaciones antinaturales, la libertad de investigación es restringida por prejuicios que la califican de inhumana e incluso es frecuente que no se vean con buenos ojos las ya poco generosas dotaciones presupuestarias dedicadas a estos fines. Dejo de lado defensas filosóficas sobre el saber, la verdad o el autoconocimiento, que pudieran justificar mi respeto y pasión por la ciencia, y apelo sencillamente al sentido práctico y común: resulta desconcertante comprobar que todos los beneficios de nuestra cultura científica (no será necesario que enumere los enormes progresos para el bienestar general) parecen ser pasados por alto a la hora de juzgarla, como si la costumbre impidiera percibirlos. Es obvio que nuestro mundo es mejorable en muchos aspectos, pero no es optimismo científico exaltado, sino realismo, afirmar que el ser humano, allí donde se han introducido los avances científicos, nunca tuvo en su historia una vida tan fácil como la actual. Es triste que algunos consideren una enemiga a la más clara benefactora de la humanidad.

    (Publicado originalmente en El Escéptico Digital)


    2004-07-20 01:00




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    Comentarios

    1
    De: Algernon Fecha: 2004-07-21 11:19

    La respuesta a la cuarta pregunta es un tanto vaga y elusiva, Gerardo. El resto del artículo es magnífico, pero esa respuesta se queda un poco corta...



    2
    De: Gerardo García-Trío Fecha: 2004-07-22 21:18

    Hola Algernon. Gracias por los elogios y por las críticas constructivas. A mí la cuarta falacia me parece plenamente contestada con decir que es una acusación que se lanza SIN PRUEBAS, lo que podría remitir al tópico 3º (“Estos ingenuos -muchas veces ridículos- argumentos sobre conspiraciones suelen ser lanzados sin pruebas...”) y explicando por qué es rechazada en realidad la pseudociencia: por no ajustarse al método científico. Seguramente hay una contestación mejor o más completa; a mí no se me ha ocurrido. Pretendo que este no sea un texto fijo, sino que aquí en mi web sea actualizado para adaptarse a las circunstancias (si por ejemplo se averigua algo sobre la materia oscura en breve, ojalá). Si puedes decirme una contestación al cuarto argumento mejor que la del texto, te pido que me la expliques para incluirla... si me lo permites, claro… Pondré una sección de agradecimientos por las aportaciones ;o)

    Saludos.



    3
    De: Gerardo García-Trío Fecha: 2004-07-22 21:19

    Por cierto, lo anterior vale para todo el que quiera ponerse. Se aceptan sugerencias...



    4
    De: Gerardo García-Trío Fecha: 2004-08-13 13:46

    (Este texto reproduce mi contestación a un correo que recibí comentando el artículo.)

    Hola XXX:

    Gracias por escribir, correos como el tuyo me mantienen en forma cerebral, espero que mi artículo ayude a mantenerse en forma a los demás, ya veo que tú lo estás por el contenido de tu correo ;o)

    Copio y pego partes de tu correo y las respondo a continuación:

    [XXX]: "Tengo entendido que el peso de la prueba cae sobre la persona que hace una afirmación, un enunciado afirmativo. Sé que le corresponde a esa persona probar su declaración, pero ¿se aplicaría eso sólo a enunciados extraordinarios o difíciles de creer?"

    [GGT]: En ciencia hay que aportar pruebas de cualquier afirmación, en eso se basa el sistema. Si además la afirmación es revolucionaria, o va contra los conocimientos de ese momento (como suele suceder con la pseudociencia), se requiere que las pruebas sean muy claras, evidentemente. "Afirmaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinarias" ("Extraordinary claims require extraordinary evidence"), que dijo David Hume.

    [XXX]: "Dicen que demostrar una hipótesis sostenida negativamente es imposible, pero realmente no lo creo. Por ejemplo, sí es posible demostrar que en una caja vacía NO hay chocolates, o que el agua NO hierve a 90º. O sea, esos serían enunciados falsables y lo del peso de la prueba no tendría importancia, ya que después de todo, en esos sí sería posible probar la hipótesis negativa."

    [GGT]: Efectivamente, cuando un enunciado es falsable, sea de tipo negativo o positivo, se puede conocer si es cierto o falso contrastándolo con la realidad (mirando dentro de la caja). El problema surge cuando nos encontramos con enunciados no falsables, que son en los que se suelen refugiar la pseudociencia y la religión. Demostrar la inexistencia de algo es imposible porque el enunciado "algo existe" no es falsable (Sea Dios, Papá Noel o los Big Foot ;o). El problema reside en la no falsabilidad del argumento, no en su carácter negativo o positivo.

    [XXX]: "Entiendo que creer algo por fe es hacerlo sin una razón lógica. ¿No sería entonces creer por fe en las afirmaciones de un libro? ¿No lo hacemos por, qué se yo, la veneración que se tiene por el autor, o porque consideramos que tiene autoriadad intelectual? ¿Acaso esa confianza que depósitamos en los científicos no tiene por qué tener más peso que la fe de un creyente en dios?"

    [GGT]: La diferencia está en que los contenidos de un libro científico son comprobables. Puede que por confianza (prefiero no usar aquí la palabra "fe" por la polisemia engañosa que señalo en el artículo) no los comprobemos todos, pero sí lo son comprobables (las afirmaciones de las religiones no lo son en absoluto). Si te dedicas a verificar una a una cada afirmación comprobada de la ciencia te encontrarás conque llegas a las mismas conclusiones. La cultura científica no es equiparable a una fe religiosa, no hay más que ver la evidencia: todo lo que ha logrado la ciencia y lo que han logrado otros métodos de conocimiento (nada). La ciencia sí funciona, la verdad está ahí fuera ;o)

    [XXX]: "Hay gente que elige creer en dios por haber presenciado un fenómeno sobrenatural. O sea, sé que eso es sacar conclusiones rápidas (jumping to conclusions), pero a partir de tal incidente ¿sería lícito y lógico concluir que una fuerza sobrenatural, en efecto, existe? ¿No sería esa una buena razón para creer que lo sobrenatural existe?"

    [GGT]: Normalmente la gente cree en dios(1) únicamente por tradición educativa o por razones filosóficas, no por haber presenciado un fenómeno sobrenatural. Si efectivamente SE CONSTATASE ALGÚN FENÓMENO SOBRENATURAL, se plantearía entonces la cuestión su existencia (¡Si conoces alguno dímelo! ;o). El problema reside en que no existen pruebas de esos supuestos fenómenos que los saquen del territorio del folclore moderno y la leyenda (hace años también se creían auténticos hombres-lobo, vampiros, demonios o brujas). Las personas, más bien, creen haber presenciado esos fenómenos. Sólo hay testimonios, que no son nunca fiables por la subjetividad del testigo. Precisamente por eso no se permite en ciencia como prueba el testimonio personal (mucha gente no creyó los impecables razonamientos de Einstein hasta que no se demostraron con la medición de una lente gravitacional: la distorsión de la luz por la gravedad del Sol durante un eclipse).


    Saludos escépticos.


    1: Escribo "dios" con minúscula inicial —falta de ortografía consciente— porque soy ateo ;o)



    5
    De: Manuel Fecha: 2004-08-15 00:00

    Hace apenas un mes me he convertido en profesor de filosofía y, aunque sé que la cosa está muy cruda (logse gratia)si alguna vez tengo algún grupo que pueda llegar a entenderlo les repartiré tu magnífico artículo.

    Me has ahorrado un trabajo pendiente.
    Muchas gracias.



    6
    De: Gerardo García-Trío Fecha: 2004-08-17 16:43

    Hola Manuel:

    Me alegro de que el artículo te pueda ser útil. Supongo que el escepticismo podría dar más de una clase interesante...

    Saludos.



    7
    De: javier gómez ferri Fecha: 2004-08-18 10:48

    Creo que debería de leerlo entero para poder opinar. Pero a veces con leer el principio basta. Haciendo demagogia difícilmente salvaremos a la ciencia de la pseudociencia. Hay que ser rigurosos, simplemente. Supongo que todos tenemos que leer más.
    Un abrazo
    Javier



    8
    De: Gerardo García-Trío Fecha: 2004-08-18 16:42

    Javier, estaré encantado de responder a tu crítica si aportas alguna razón que la justifique. Mientras tanto, te emplazo a que leas el artículo. Como bien dices, "todos tenemos que leer más". Más que el primer párrafo, en este caso. Creo que es exigible si me acusas de demagogia y falta de rigor.

    Un saludo.



    9
    De: Gerardo García-Trío Fecha: 2004-08-18 16:43

    (Un nuevo correo de mi lector XXX)

    Hola de nuevo XXX:

    Casi propondría que si vives cerca, tratemos el tema ante un par de tazas de café... ;o)

    Sigamos con la falacia Ad Ignorantiam comentada en el texto que me adjuntas:

    En las situaciones inverificables o infalsables, es decir cuando no es posible ni probar la verdad ni la falsedad de algo, como ocurre con los extraterrestres, siempre podemos alegar que no sabemos lo suficiente para formar un juicio ni a favor, ni en contra: ¿cómo se prueba que Dios existe o que no existe? Nuestra conclusión debe ser que, a la luz de la razón, la cuestión está abierta. Debiéramos decir que es una cuestión no pertinente o impertinente, pero nunca faltan indocumentados que toman esta expresión como un insulto.

    [XXX]: O sea que cuando a una persona le preguntan si existe o no dios (o Papa Noel, el sapo azul de Marte, etc.), la respuesta más lógica y acertada sería decir "No lo sé". Según este artículo no sería más irracional creer en Papa Noel que NO creer en él. Esto no suena lógico.

    [GGT]: Antes de nada quiero dejar claro que estamos ante una falacia, un razonamiento incorrecto dotado sin embargo de fuerza persuasiva y apariencia de ser un buen razonamiento. Redundo sobre lo expuesto en el artículo, que es el meollo de la cuestión: la verdad es una propiedad de un enunciado que puede demostrarse contrastándolo con la realidad. Los galimatías intelectuales y los juegos lógicos no tienen validez como pruebas de veracidad, la realidad sí, y la responsabilidad de probar una afirmación recae en quien la hace. La falacia reside en escurrirse de esa responsabilidad básica de la lógica y traspasar al oponente dialéctico, sin haber probado la verdad de lo que se dice, la obligación de probar la falsedad de lo que se afirma. En la dirección que adjuntas, más adelante, se lee lo siguiente:

    Nos encontramos en esta falacia ante las situaciones más flagrantes de inversión de la Carga de la prueba esa maniobra que traslada al oponente la responsabilidad de probar la falsedad de lo que uno afirma. En lugar de aportar argumentos, busca un apoyo falaz en el desconocimiento ajeno o en la imposibilidad de probar lo contrario. Lo que de verdad se ignora en la Falacia ad ignorantiam es el principio que dice: Probat qui dicit, non qui negat. Incumbe la prueba al que afirma, no al que niega. [...] De otro modo nada se demuestra.

    [XXX]: Es decir, no se puede negar un enunciado no falsable con absoluta certeza, eso lo entiendo; pero sí se podría ASUMIR por defecto que dios (Papa Noel, el sapo azul, etc.) no existe. Para mí, eso sería lo más lógico, lo más racional. [...] Podríamos inferir que no es válido sacar una conclusión terminante, pero sí podríamos asumir que algo es falso si no es analizable. Un ateo no sostiene entonces la hipótesis de que dios no existe; es sólo que no se plantea la hipótesis de que dios sí existe en primer lugar.

    [GGT]: Si somos positivistas y científicos, sólo aceptaremos algo como verdadero si su verdad puede establecerse mediante la experiencia. Podemos decir, efectivamente, que en ciencia se asume por defecto que lo que no es evidente no existe. Nada ha de hacernos suponer la existencia de algo si no hay evidencias. Nada que no tenga que ver con la realidad es verdadero o científico. Sin esta forma de encauzar la inteligencia, seguiríamos perdidos en las infinitas posibilidades de divagación que nos deja la metafísica, la especulación lógica sobre conceptos inverificables como el "ser" o el "ente". Vamos, que esto sería una paja mental continua, aunque se me ofendan los que siguen a vueltas con la metafísica en pleno siglo XXI, que los hay (uno es de letras y los conoce de cerca)... ;o)

    Saludos escépticos y cordiales.

    PD: Aquí también tienes una buena página sobre falacias lógicas.



    10
    De: javier Fecha: 2004-08-29 10:19

    Disculpa que no terminara de leer tu trabajo. No lo consideres una falta de respeto, sino de tiempo. Antes que nada, mi intención no es defender la pseudociencia, sino criticar toda forma de dogmatismo, así como señalar las contradicciones y posibles defectos. Y, si puedo ayudar, encantado. . En todo caso, si en algún momento puedo parecer vehemente, no me lo tomes a mal. Está redactado de modo rápido, pero creo que se entiende.

    Me gustaría que consideraras, de entrada, que la ciencia es una actividad teórica. No sé si aceptas esto. Supongo que sí. Si lo aceptas, es difícil moverse en la línea del empirismo ingenuo en que te mantienes. A nivel epistemológico, son pocos ya los que defienden la posición que tú defiendes. Se ha escrito mucho contra ella desde mediados de los 60, desde Wittgenstein y Quine a la sociología del conocimiento científico o el realismo instrumental de Hacking, pasando por Kuhn o Hanson. Eso por no mencionar toda la tradición instrumentalista y estructuralista en Filosofía de la ciencia, de la que puedo hablar menos. Si la ciencia avanza, también lo hace la reflexión sobre ella, que, no puedes negarlo, es el ámbito en el que tú mueves tu discusión. Así que insistir en las cuestiones epistemológicas que tú planteas, me parece como reinventar la rueda. Pero, bueno, por deferencia comunicativa, reinventemos la rueda.

    En lo que al término “escéptico” compete, y de modo general, considero dos cosas:

    A) Como ya digo tu has aceptado una determinada epistemología -que no metodología, dejemos las cosas claras- muy alejada del escepticismo. Por eso si me aclararas qué o cómo entiendes tú eso del escepticismo me ayudaría bastante. Un trabajo interesante de epistemología para ponerse al día puede ser un libro de dos sociólogos, J. M. Iranzo y R. Blanco, Sociología del conocimiento científico. Otro es el de I. Hacking, Construccion social de qué.)


    B) Aceptar a pies juntillas lo que dice la ciencia no es ser un escéptico, sino un dogmático. La idea de que la ciencia es un conjunto de conocimientos acumulativos vale para algunas cosas, pero no para otras. Y lo más interesante del caso es que la gente no es tonta y lo sabe. Ayer, los científicos, nos decían que el aceite de oliva era malísimo para la salud; igual que el vino tinto. Hoy, nos dicen LO CONTRARIO. (La lista de contradicciones se podría hacer interminable. Haz el ejercicio desde tu página Web, y pruébalo. Eso sería practicar el escepticismo: poner los juicios de las cosas entre paréntesis, en lugar de asumir que la forma socialmente más prestigiosa y efectiva de conocimiento que hemos desarrollado es incuestionable. Por cierto, una actitud nada científica.

    Y entrando un poco más en detalle:


    1. La ciencia es una practica humana, social o cultural. No existe eso que llamas “la” verdadera ciencia. Al hacerlo estás presuponiendo creer en esencias. ¡Uf! Postular la existencia de la verdadera ciencia es hacer metafísica; nada más lejos de lo que haría un escéptico. Tú mismo te ves obligado a hacer extrañas ontologías, al decir luego que hay ciencia antigua y ciencia moderna. Que hay que dejar fuera a Galileo y a Servet, pero no a Darwin (por cierto es erróneo lo que dices de que los ataques no los recibieron de científicos. Eso es como decir que las críticas a Darwin solo le llovieron de la Iglesia. La Iglesia lo criticó, pero no sólo. Por otro lado, estás manejándote con un concepto whig de “científico”, es decir, anacrónico).

    En definitiva, ¿cuál es la verdadera ciencia y por qué? (Supongo que la respuesta es: la que está vigente).

    2. Siguiendo con lo anterior, no entiendo lo de “argumentos extraídos de una época en que no podemos hablar de ciencia moderna”. ¿Es que cuántas ciencias hay? ¿Hay una, esa “la” de la que hablas, dos o más? ¿Cuántas, pues? Si hay varias, en qué se asemejan y en qué se diferencian. ¿Y lo hacen con respecto a la ciencia como entidad ideal? ¿O a la ciencia como entidad real?

    Y una curiosidad al margen. Evidentemente Euclides, Arquímedes, Aristarco, Hiparco, Eratóstenes no eran modernos, pero debemos considerarlos científicos o humanistas, como tú los consideras. ¿Apelaban a la realidad, es decir, a la evidencia empírica disponible. ¿Sí o no?

    En fin, pienso que la propia tradición escéptica ya ha dejado clara su opinión acerca de las esencias y las substancias. Si no estás convencido, lee a un escéptico contemporáneo como es Richard Rorty.

    3. No me suena eso del “método inductivo deductivo”. Podrías darme la fuente.

    4. Sobre el argumento 1. Ideas científicas rechazadas por los propios científicos, luego han resultado ser aceptadas como tales, no hace falta irse siglos atrás. Ocurre todos los días. Como dato anecdótico, en más de una treintena de casos luego se les ha concedido el Premio Nobel por ellas. Y no ha sido la iglesia ni los filósofos, sino la comunidad de científicos experimentales modernos los que las han rechazado en virtud de esos principios epistemológicos de los que hablas: la “realidad palpable”, la verdad científica.

    ¿Podrías explicar por qué la realidad, según piensas tú tan incontrovertible, se muestra tan esquiva o escurridiza en el trabajo REAL, no ideal ni mistificado, de los propios científicos? Lo digo de otra manera: lo que hacen los científicos en realidad, y no lo que hacen según nuestras reconstrucciones metodo-lógicas de lo que hacen. Reconstrucciones, por supuesto, siempre hechas a posteriori.

    5. De todos modos, no entiendo qué es eso de la “realidad palpable” (toda una herejía para alguien que se considere “escéptico”; aunque como creencia pueda ser científicamente interesante para un analista social) Y menos entiendo aún lo de “sucesos escurridizos”. Podrías explicarlo mejor. (¿Son los sucesos establecidos por la ciencia vigente?)

    Ambas expresiones las considero como aceptar el río que nos lleva, el de una ontología cómoda, a posteriori, basada en un círculo vicioso. Sobre esta comodidad de la que hablo, puedes leer a H. M. Collins, Changing Order, por ejemplo, un magnífico heredero del positivismo escéptico humeano. Una vez establecemos lo que es real, entonces comparamos nuestras proposiciones con ello, no antes. Y es ahí donde está el quid de la cuestión. Decir que la realidad palpable es la que la ciencia nos dice que es, además de no decir nada por su circularidad, parte de una imagen idealizada de la actividad científica, que no se corresponde con la práctica real de los científicos. O con la evidencia empírica de que disponemos en estos momentos.

    6. Dices: “La ciencia intenta explicar la realidad y ésta es siempre la que tiene la última palabra”.

    Sobre tal creencia puedes leer a Kuhn o a Fleck. O mejor a los propios científicos. Por ejemplo a Lyell, el amigo de Darwin, (lo cuenta Darwin en su propia Autobiografía; léela) o a Planck.. Ambos nos han dejado reflexiones memorables sobre lo duros de mollera que pueden ser los científicos cuando se empeñan en esto de que la realidad es tal y como la ciencia establece que es. O que si las verdades científicas esto y lo otro.

    Max Planck, pasando revista a su propia carrera en su Scientific Autobiography, escribió con tristeza que 'una nueva verdad científica no triunfa por medio del convencimiento de sus oponentes, haciéndoles ver la luz, sino más bien porque dichos oponentes llegan a morir y crece una nueva generación que se familiariza con ella" (citado por Kuhn 1962: 234 5). La de Lyell es más dura todavía casi propone una eugenesia contra los científicos debido a su dogmatismo.

    7. Estoy de acuerdo en que religión y ciencia son cosas diferentes, pero la religión no es lo que tú dices que es. No estás siendo científico. Tu interpretación está demasiado alejada de la realidad como para entrar en detalle. Si defiendes que hay que basarse en los hechos, básate tú también en los hechos. Simple cuestión de coherencia. Y aquí puedes hacer dos cosas, estudiar empíricamente las religiones (que no a los dioses ni a demonios, por supuesto) o leer a los que lo han hecho.

    8. Tampoco acepto lo de “tecnología igual a aplicación de la ciencia”. Supongo que la revolución tecnológica ocurrida en la primera revolución industrial es el principal desmentido de esa clara relación que no sé por qué se mantiene a pesar de que no es cierta. Por citar tres casos, las investigaciones en clonación, superconductividad o en nuevos materiales, ¿son ciencia o son tecnología?

    Sobre esto también se ha escrito mucho. Pero en el fondo es una cuestión de pragmatismo. Y así los que se dedican a dar dinero a los científicos lo han solucionado con las siglas I+D+i. Y así se ahorran problemas que no conducen a nada. A nivel académico lo que se hace es hablar de investigación científico-técnica y, cada vez más, de “tecnociencia”. Con ello se evita entrar en discusiones equiparables a las del sexo de los ángeles o las de cuántos ángeles caben en la punta de un alfiler. Que, de nuevo insisto, son buenas para ser estudiadas científicamente, pero improductivas ellas mismas.

    9. El falsacionismo popperiano no debe tomarse como dogma de fe. Si lo haces, aparte de ponerte al lado de la pseudociencia y la religión en lo que a actitud comporta, no te liberas de todos los problemas epistemológicos que de él se derivan. Los cuales te tocará aceptar, lo quieras o no, a riesgo de que te vuelvas a refugiar en el dogmatismo cómodo que proporciona esa actitud metafísica que tu defiendes: el cientifismo.

    Por cierto, el falsacionismo popperiano no es el método científico y más que metodología, yo diría que es epistemología. Una epistemología que a nivel de legitimación racional de productos científicos se acepta, pero te aeguro que ningún (bueno, quizá exagero) o casi ningún científico la aplica. Otra cuestión son los debates televisivos y cosas así, donde uno puede sacar argumentos epistemológico de este tipo. Pero repito: no estaríamos habando de ciencia, sino de epistemología de la ciencia, que es distinto.

    Moderación, moderación sana, pues. Incluso en epistemología, que en el fondo es de lo que tu hablas, aunque pienses que lo haces de metodología.

    10. Aparte del ejemplo que das sobre el método científico, que no debemos tomar por una definición, lo cual sería cometer falacia, ¿qué es el método científico? Durante muchos años he oído hablar del método científico. Que si el método científico esto, que si el método científico lo otro. Sin embargo, hasta ahora no he encontrado a nadie que haya dicho lo que es. Creo que se usa las más de las veces como elemento retórico para criticar al otro cuando a uno ya no le quedan argumentos. Se apela a él, pero no se lo define.

    Si lo haces, por favor, haz que valga para todo eso que consideramos ciencia: matemáticas, física, química, biología, geología, astronomía, psicología, sociología, antropología, economía, etc.

    Con el ejemplo que tu pones, la matemática quedaría fuera de la ciencia y gran parte de la biología y la astronomía. En cambio, la sociología o la psicología serían muy, pero que muy científicas. Y no creo que quieras ir por ahí. Muchos científicos estarían incómodos con ello.

    11. Dices: El método científico “en realidad no es más que el sentido común transformado en unas reglas de investigación, una forma de evitar cometer manipulaciones y errores o que las ideas preconcebidas nos hagan caer en el autoengaño.”

    De nuevo, no se si vale la pena entrar a discutir esto. Hay dos confusiones para mí claras.

    11.1) No creo que el método científico sea el sentido común transformado. Aceptar esto supone cargarse 2000 mil años de historia del pensamiento, salvo que aceptemos un relativismo fluido en el que cualquier cosa que deriva de algún modo de otra es su transformación. En el fondo, todo deriva de todo. De lo que se trata, pues, es de demostrar, con datos, la relación directa, no vaga, entre ciencia y sentido común, el cual, según tú es enemigo de la racionalidad científica (tal y como lo expones al final).

    11.2) Confundes metodología y epistemología de la investigación científica. Evidentemente, están relacionadas, pero no son lo mismo. Hay gente que reduce la primera a la segunda y se queda tan pancho. No sé si con esto entiendes mi crítica inicial. Y es que así no vamos a poder defender la ciencia de la pseudociencia.

    12. Estoy de acuerdo en que no existen “oscuras manipulaciones de los estados y la industria farmacéutica para impedir el desarrollo de las medicinas “alternativas”.

    Las intervenciones y las operaciones se realizan a plena luz del día. Si de verdad conoces cómo los diversos factores influyen en el curso histórico de la ciencia, es difícil negar ese hecho. Y sobre esto la literatura en sociología e historia de la ciencia es tan abundante que no te puedo recomendar nada en particular. Prácticamente cualquier trabajo de historia de la ciencia se ocupa de ello, salvo la minoría puramente internalista, paralela a la tradición analítica que tú recoges.

    13. Dices: “La considerable difusión de estos cuatro tópicos, tan negativos, señala hacia una realidad frustrante: la resistente desconfianza por parte importante de la población hacia la ciencia. Este recelo de la investigación científica es algo habitual en la cultura popular y tradicional: sus logros se ven demasiado a menudo como dañinas creaciones antinaturales, la libertad de investigación es restringida por prejuicios que la califican de inhumana e incluso es frecuente que no se vean con buenos ojos las ya poco generosas dotaciones presupuestarias dedicadas a estos fines.”

    Uff. Este conjunto de cinco afirmaciones son todas falsables, pero ninguna ha sido demostrada por nadie, que yo conozca. Te ruego que si conoces a alguien que haya demostrado alguna me lo hagas saber. Es una de las áreas en las que estoy trabajando. Lo tomo como dato empírico y lo considero una creencia de mucha gente. Eso no significa que sea cierta. Pero en realidad para un científico eso es lo de menos. Por más ficticia o falsa que sea una creencia, si es tomada por cierta, es real en la medida en que lo son sus efectos. Fíjemonos sino en las religiones.

    14. Y en cuanto al final de tu Apología, me parece que tu percepción de la realidad está deformada por los prejucios que tienes sobre la ciencia. Por supuesto que yo también tengo los míos, pero trato de ser consciente al máximo de ellos y de cómo pueden interferir en mi percepción sobre la realidad al estudiarla científicamente, al tiempo que, como tu recomiendas, contrasto las diferentes visiones de la realidad con ésta. Pero soy consciente de que esa contrastación no está exenta de sesgos imperceptibles ni cargada de preconcepciones.

    Como te decía al principio la ciencia no es una simple actividad empírica. Eso sería volver a Sir Francis Bacon. Por eso, pretender, como haces, que -no ya la cultura o la ideología o la política o la economía o el género, sino que ni siquiera la carga teórica condiciona el conocimiento y la investigación experimental sobre la realidad, es anacrónico. Y entrar a discutirlo es como irse al momento antes de la invención de la rueda. Si lo hacemos, pasará que luego la inventaremos (esto es, la reinventaremos), y después llegaremos al estado en que está la discusión en estos momentos. Con lo que seguramente ya habremos llegado tarde al curso en el que aquella se encuentre, porque esta habrá avanzado de nuevo. Así que seguiremos hablando de cosas que ya está superadas.

    Espero que entiendas lo que quiero decir. Básicamente, que, en el asunto del que tratas, saltes del apologismo y te pases a la ciencia o a su backstage.

    Un abrazo no escéptico y cordial

    Javier



    11
    De: Gerardo García-Trío Fecha: 2004-09-12 12:04

    Hola Javier:

    He tardado bastante en contestarte, la verdad es que tu contestación es tan larga que la he ido contestando a trozos cuando podía ponerme a ello.

    Empezaré antes de nada explicándote qué clase de escéptico soy, ya que te veo absolutamente perdido. El escepticismo en el que milito no tiene nada que ver con el escepticismo filosófico al que te refieres sin parar, sino más bien con la acepción más corriente, simplemente el "que no cree o afecta no creer" (RAE). Los escépticos organizados analizan científicamente los supuestos fenómenos paranormales y combaten la pseudociencia y la anticiencia. Escepticismo ante lo paranormal, por lo tanto. Existen muchas organizaciones científicas de este tipo. Como dos buenos ejemplos te apunto el Committee for the Scientific Investigation of Claims of the Paranormal (CSICOP), la más importante, en EE.UU., y la Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico (ARP-SAPC) en España. No estamos aquí haciendo filosofía de la ciencia ni buscando criterios de demarcación, se trata de combatir la pseudociencia y a sus difusores en primera fila: ovnis, fantasmas, gnomos, posesiones infernales, zombis, el bigfoot, telepatía, combustiones espontáneas, la "milagrosa" sábana santa, moais voladores en la isla de Pascua... y demás fantasías para vender malos libros y programas de televisión. Ojalá la discusión sucediera en un nivel sutil y se hablase de cosas complicadas como la filosofía del conocimiento, pero no es así, se libra a un nivel mucho más pedestre. Sólo se ataca a la ciencia cuando se ven arrinconados en sus absurdos, sólo entonces suelen recurrir a argumentos como los tópicos que yo contesto en mi artículo.

    Una lectura mínimamente atenta del artículo, de mi página, o una visita rápida y superficial a los enlaces que contiene, te hubieran dejado esto bastante claro. Con esto quiero decir que sigues sin leer lo que escribo. Tu comentario deja la impresión evidente de que has leído mi artículo por encima sin profundizar en el contenido, en el tema que trato —que apenas mencionas de pasada—, para ir en seguida a exponer un montón de ideas que traías con antelación. Como en una conversación con ese tipo de personas que te dejan hablar, que respetan el turno de intervención; pero que cuando responden te das cuenta de que no te han escuchado, sino que sólo esperaban impacientemente a que terminases para volver, obcecados, al único tema del que quieren hablar, haciendo así imposible un diálogo real.

    Salta a la vista esta falta de atención:

    — Cuando en tu punto 4 me criticas como míos precisamente los argumentos que rebato ("Sobre el argumento 1. Ideas científicas rechazadas por los propios científicos,"); si te fijas bien, verás que mi artículo está estructurado como una serie de refutaciones a afirmaciones, que he recogido y que evidentemente me son ajenas; son las que van en negrita.
    — Cuando en tu punto 5 me preguntas por el significado de la expresión "sucesos escurridizos", preguntando incluso si son los científicos (!); cuando en mi texto es evidente para cualquiera (cualquiera que lea ese párrafo, claro) que se refiere a los supuestos fenómenos paranormales.
    — Cuando en tu punto 6 me atribuyes la creencia (?) en que "la realidad es tal y como la ciencia establece que es"; cuando, si lees con atención, verás que digo exactamente lo contrario.
    — Cuando en tu punto 11 me atribuyes la afirmación de que el "sentido común [...] es enemigo de la racionalidad científica" (?!), cosa que, ni digo, ni entiendo cómo has llegado a entender a través de mis palabras.


    Por otro lado, manifiestas una tendencia muy clara a llevar artificialmente la conversación al terreno de la sociología (como si absolutamente todo le competiera) o la filosofía, te disparas desde mi texto a tu tema, una y otra vez, sin consecuencia lógica:

    — Cuando te refieres mi comentario a las religiones, que trato únicamente en su faceta de sistema de conocimiento. Ya sé que las religiones son algo más complejo que una simple creencia, pero aquí sólo las trato en esa faceta, tu comentario está fuera de lugar.
    — Cuando digo que el método científico es el sentido común llevado al máximo, por lo que me acusas de despreciar toda la historia del pensamiento humano. ¿Acaso mi comentario excluye la historia de la ciencia? Es buscarle los tres pies al gato, de forma muy sofística, a lo que sólo es un juicio.
    — O como cuando uso la expresión "realidad palpable", con el significado sencillo, coloquial y evidente (para el que lea el texto, claro) de "lo que existe, lo no imaginario y que se puede medir"; y te vas, y te vas, y te vas... en una digresión sobre el concepto filosófico de realidad.

    A esto podemos sumar que me atribuyes las creencias y convicciones que a ti te apetece: ahora creo en esencias, después cultivo actitudes metafísicas y, más tarde, paso a ser un dogmático. O que pretendes decirme varias veces de qué estoy hablando: de epistemología o metodología (palabras que no menciono ni una sola vez); sí las uso, conscientemente, además; pero no son el tema, sólo acudo a ellas, aquí o allá, cuando lo necesito, y siempre intentando no volverme técnico, que es el mío un texto divulgativo.

    Evidentemente, esta actitud hace muy difícil el debate. En fin... tras el tirón de orejas vamos con aquello en lo que puede haber debate (aunque no me apetece en absoluto crear aquí un hilo de discusión eterno, si vas a contestar tan extensamente otra vez te pido por favor que lo hagas por correo privado, como han hecho otros lectores, y ya decidiré si incluyo aquí la polémica).

    Si quieres que me defina filosóficamente, te diré soy un positivista, y sólo en sentido de que creo que la ciencia describe y codifica la realidad, las observaciones que realizamos, creando un modelo a través del cual podemos hacer predicciones. La ciencia no es la realidad, por tanto. También un cientificista en el sentido de pienso que los únicos conocimientos válidos son los que se adquieren a través de la ciencia (todo es cultura, pero no todo es conocimiento), y en el de que creo que todos los métodos científicos deben extenderse a los dominios de la vida intelectual y moral (sociología incluida).

    Pretendes, por cierto, hacerme asumir algunos puntos de partida para todas tus observaciones: que la ciencia es una actividad teórica, una práctica humana social y cultural. Lo cual es cierto, efectivamente, pero es una simplificación (como lo de antes: que la religión es sólo una creencia). La ciencia no es sólo una construcción teórica, únicamente condicionada por la sociedad y la cultura, puesto que los hechos que estudia no lo son, ni son afectados por la construcción social que de ellos tengamos. La gravedad, el electromagnetismo... son fenómenos que existen independientemente de que los conozcamos o no y de cómo los conozcamos. Del mismo modo, nada empieza a existir por que creamos en ello, existe, pero sólo como creencia (en respuesta a eso tuyo de "por más ficticia o falsa que sea una creencia, si es tomada por cierta, es real en la medida en que lo son sus efectos"). Aclaro esto por que, por los autores que citas, aunque no te manifiestas claramente al respecto, te veo cercano a posiciones posmodernas (ese disparate que ve la ciencia como "constructo social", algo sobre lo que no me voy a extender ahora refutándolo).

    Vamos entonces con algunos puntos:

    [Javier]: "La idea de que la ciencia es un conjunto de conocimientos acumulativos vale para algunas cosas, pero no para otras. Y lo más interesante del caso es que la gente no es tonta y lo sabe. Ayer, los científicos, nos decían que el aceite de oliva era malísimo para la salud; igual que el vino tinto. Hoy, nos dicen LO CONTRARIO."

    Lo cual no contradice la afirmación, ya que el cambio es debido a que hoy hay más conocimientos, esto es una falacia que intenta convertir un avance en un error.

    [Javier]: "Tú mismo te ves obligado a hacer extrañas ontologías, al decir luego que hay ciencia antigua y ciencia moderna. [...] No entiendo lo de “argumentos extraídos de una época en que no podemos hablar de ciencia moderna”. ¿Es que cuántas ciencias hay? ¿Hay una, esa “la” de la que hablas, dos o más? ¿Cuántas, pues? Si hay varias, en qué se asemejan y en qué se diferencian. ¿Y lo hacen con respecto a la ciencia como entidad ideal? ¿O a la ciencia como entidad real? Y una curiosidad al margen. Evidentemente Euclides, Arquímedes, Aristarco, Hiparco, Eratóstenes no eran modernos, pero debemos considerarlos científicos o humanistas, como tú los consideras. ¿Apelaban a la realidad, es decir, a la evidencia empírica disponible. ¿Sí o no? "

    Bueno... aquí si que le estás buscando tres pies al gato. Usas una simplificación excesiva en la definición de ciencia que iguala como método de conocimiento la ciencia actual y la antigua. Ni me voy a molestar en dar argumentos para identificar la ciencia moderna, que cae de cajón.

    [Javier]: "No me suena eso del “método inductivo deductivo”. Podrías darme la fuente. "

    No tengo fuente. Aunque le moleste a algún teórico de la ciencia, es como se trabaja. La inducción es algo habitual en el trabajo científico.

    [Javier]: "Ambos nos han dejado reflexiones memorables sobre lo duros de mollera que pueden ser los científicos cuando se empeñan en esto de que la realidad es tal y como la ciencia establece que es. O que si las verdades científicas esto y lo otro. Max Planck, pasando revista a su propia carrera en su Scientific Autobiography, escribió con tristeza que 'una nueva verdad científica no triunfa por medio del convencimiento de sus oponentes, haciéndoles ver la luz, sino más bien porque dichos oponentes llegan a morir y crece una nueva generación que se familiariza con ella" (citado por Kuhn 1962: 234 5)."

    Lo cual tampoco contradice lo que yo digo: "estos científicos innovadores vieron reconocidas sus teorías en poco tiempo (normalmente en vida) [...] Los científicos son reacios a abandonar una teoría que funciona, pero cambian gustosamente su forma de pensar si los datos lo exigen." Si además nos fijamos en los casos de Einstein, Wegenner, Darwin... pues vemos que no hay más que decir. Porque estas teorías son ahora parte aceptada de la ciencia, que es lo que yo decía. Si los datos son suficientes los descubrimientos se acaban imponiendo, por mucho que haya resistencia tradicional, porque la ciencia no es dogmática. Afirmar lo contrario es falaz, los hechos ahí están.

    [Javier]: "Tampoco acepto lo de “tecnología igual a aplicación de la ciencia”. [...] Por citar tres casos, las investigaciones en clonación, superconductividad o en nuevos materiales, ¿son ciencia o son tecnología? "

    (?) Para la investigación actual hace falta tecnología, evidentemente, ¿eso crea algún problema para la distinción?

    [Javier]: "El falsacionismo popperiano no debe tomarse como dogma de fe. Si lo haces, aparte de ponerte al lado de la pseudociencia y la religión en lo que a actitud comporta, no te liberas de todos los problemas epistemológicos que de él se derivan."

    Como dije atrás, no estoy haciendo filosofía de la ciencia, aunque acuda a ello cuando lo necesito. De todas maneras, como se puede ver en el texto, no estoy usando el sentido popperiano exacto, sino que empleo el término "falsable" como "la cualidad de comprobable", que es simplemente lo contrastable con la realidad. Conozco los problemas que conlleva el falsacionismo de Popper, pero en el caso que tratamos, el de la pseudociencia que menciono arriba, es un criterio suficiente para diferenciarlas. Jamás se refieren a nada mínimamente constatable. Es difícil encontrar un método de demarcación estándar, sé que realmente se debería es estudiar caso por caso (que es algo que más o menos vamos haciendo los escépticos); pero el problema que surge con los "misterios paranormales" suele ser siempre el mismo: la especulación total sobre la ausencia de pruebas, por lo que este criterio suele ser suficiente.

    [Javier]: "Aparte del ejemplo que das sobre el método científico, que no debemos tomar por una definición, lo cual sería cometer falacia, ¿qué es el método científico? Durante muchos años he oído hablar del método científico. Que si el método científico esto, que si el método científico lo otro. Sin embargo, hasta ahora no he encontrado a nadie que haya dicho lo que es."

    Sé que no existe una definición unánime de método científico, o que los científicos ni siquiera siguen a veces todos los pasos que se han reconocido; simplemente daba un ejemplo ideal (así lo defino en el texto) y práctico de cómo se actúa, de cómo se piensa. Un ejemplo de un modo racional de pensar.

    [Javier]: "Estoy de acuerdo en que no existen “oscuras manipulaciones de los estados y la industria farmacéutica para impedir el desarrollo de las medicinas “alternativas”. Las intervenciones y las operaciones se realizan a plena luz del día. Si de verdad conoces cómo los diversos factores influyen en el curso histórico de la ciencia, es difícil negar ese hecho. Y sobre esto la literatura en sociología e historia de la ciencia es tan abundante que no te puedo recomendar nada en particular. Prácticamente cualquier trabajo de historia de la ciencia se ocupa de ello, salvo la minoría puramente internalista, paralela a la tradición analítica que tú recoges."

    Por las ramas, por las ramas... No olvidemos algo importante: si las pseudomedicinas no se incorporan al conocimiento científico es porque NO FUNCIONAN.

    [Javier]: "Dices: 'La considerable difusión de estos cuatro tópicos, tan negativos, señala hacia una realidad frustrante: la resistente desconfianza por parte importante de la población hacia la ciencia. Este recelo de la investigación científica es algo habitual en la cultura popular y tradicional: sus logros se ven demasiado a menudo como dañinas creaciones antinaturales, la libertad de investigación es restringida por prejuicios que la califican de inhumana e incluso es frecuente que no se vean con buenos ojos las ya poco generosas dotaciones presupuestarias dedicadas a estos fines.' Uff. Este conjunto de cinco afirmaciones son todas falsables, pero ninguna ha sido demostrada por nadie, que yo conozca. Te ruego que si conoces a alguien que haya demostrado alguna me lo hagas saber. Es una de las áreas en las que estoy trabajando."

    No entiendo qué quieres decir aquí. Yo sólo recogí una opinión popular muy extendida, no hay más que hablar con la gente, o atender a los medios de masas, para constatar la desconfianza hacia la ciencia de parte de la población. Y tres ejemplos por orden de mis afirmaciones: La medicina "oficial" se considera un terrible veneno con efectos secundarios (dañinas creaciones antinaturales); las continuas restricciones legales de ideología espiritual o razonamiento emocional para la investigación con células madre (la libertad de investigación es restringida por prejuicios); y la fuga de cerebros en España (no se ven con buenos ojos las ya poco generosas dotaciones presupuestarias dedicadas a estos fines).

    Y con esto termino la contestación. Si me dejas que te recomiende yo alguna lectura, te diría que complementes tus conocimientos de teoría de la ciencia con algo de ciencia, que si estudiamos el tema, lógico será que acudamos a los que la hacen. Más si tenemos en cuenta (cosa que molesta bastante a los teóricos últimamente) que los científicos suelen ignorar todas estas cuestiones de epistemología y metodología, de la que a veces son incluso bastante ignorantes, y simplemente se dedican a trabajar. Y claro, la ciencia se empeña en funcionar, por lo que algunas objeciones (y muchas pajas mentales como las posmodernas, y perdón por ser ahora yo vehemente) se caen por su propio peso ante la realidad. Y es que las propiedades de este universo son muy cabezonas: la luz se empeña en distorsionarse por la acción de campos gravitatorios; los cuerpos se obstinan en dilatarse con el calor; las especies, tercas ellas, evolucionan...

    Como lecturas para empezar te recomiendo los textos divulgativos de señores tan amenos como Isaac Asimov, Carl Sagan o Richard Dawkins (todos ellos miembros de CSICOP), Stephen Jay Gould o Richard Feynman (otros escépticos ilustres). En filosofía tienes a Mario Bunge (miembro tanto de ARP como de CSICOP).

    Saludos escépticos.



    12
    De: María Fecha: 2004-09-12 18:54

    Javier, ¿has probado a pensar por ti mismo alguna vez? Eres un pomposo que no hace más que citar conclusiones de otros por que no tienes las tuyas propias. Deberías leer más de lo que lo haces, pero de diferentes temas, porque tu actitud cerril demuestra que eres un perfecto ignorante. Aburres.

    Gerardo, deberías perder la educación de vez en cuando, sobre todo para contestar a cretinos como este.



    13
    De: javier Fecha: 2004-09-28 19:13

    Gracias María, pero estás cometiendo un par de falacias argumentativas. En esta misma página Gerardo te ofrece información sobre ellas. Léelas, son muy interesantes.
    Un cordial saludo.



    14
    De: Maxi Fecha: 2005-01-08 05:21

    Hola a todos, recien entro en este blog, no soy intelectual ni nada de eso, aunque veo que escriben cosas muy interesantes que mi cabeza necesitaria mucho tiempo para entender, mi pregunta es si alguno de uds leyó algo de la obra de Osho, y de ser así, que opinión les amerita.



    15
    De: Luisito Fecha: 2005-01-09 11:11

    Alguien aqui ha leido a Alan Sokal?



    16
    De: jose Fecha: 2005-01-17 01:00

    Apuntito: la fuerza débil y el electromagnetismo ya fueron unificados en los 60 :)



    17
    De: Gerardo Fecha: 2005-01-17 16:38

    Efectivamente, Jose, con la teoría electrodébil.

    Hay un poco de ambigüedad en ese párrafo (eres el primero que me lo señala).

    Quizás en otro momento me siente a darle la precisión debida ;-)

    Un saludo.



    18
    De: rigoberto Fecha: 2005-06-01 06:17

    UUUYYY.........LOS CIENTIFICOS
    ESCEPTICOS....

    JAJA, PUEDEN LLEGAR A SER PATETICOS, DEJEN DE PEGARSE CON EL CIRCULO DE VIENA DE LOS AÑOS 20, ESO YA NO VA.

    PSEUDOCIENCIA ESTUBO BIEN A PRINCIPIOS DE SIGLO, AHORA EL DEBATE ES OTRO...
    ASI QUE...POR FAVOR, NO SEAN TAN CIENTIFICOS Y DEDIQUENSE MAS AL REAL DEBATE EPISTEMOLOGICO...
    NO DESCALIFIQUEN LAS FORMAS RELIGIOSAS PORQUE DEFINITIVAMENTE NO FUNCIONAN O NO ESTAN RELACIONADAS CON LOS USOS QUE SE DA A LA CIENCIA...
    SON COSAS DISTINTAS PARA DISTINTOS PROPOSITOS....

    ASI ES QUE SUCK MY DICK... FUKING RACIONALISTAS...NATURALISTAS RECULIAOS...



    19
    De: rigoberto Fecha: 2005-06-01 06:20

    COMO SE NOTA VUESTRA FORMACION DICOTOMICA SUJETO OBJETO....TAN BIEN CAGAOS CABROS......



    20
    De: Gerardo Fecha: 2005-06-01 10:59

    Nota: el autor contestará a argumentos dejados en los comentarios, no a estupideces.




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